Así como el silvanio arbóreo es el afable pastor de la espesura, el silvanio telúrico lo es de todo lo pétreo que se origina en el interior de la tierra platónika y que de ella aflora.
Amigo y guardián de piedras y rocas, líquenes y musgos, aunque el silvanio telúrico sea enorme y pesado como una montaña consigue desplazarse sigilosamente, con delicados pasitos, para no despertar a los habitantes del bosque.