De la mutación constante de las cosas brota una señal, una llamada, un parpadeo: una cosa que se desprende de las otras con la intención de significar alguna cosa… ¿qué?, ella misma, una cosa sólo está contenta de ser mirada por las otras cosas cuando está convencida de significar ella misma y nada más, en medio de las cosas que significan ellas mismas y nada más.
Las ocasiones de este tipo no son nada frecuentes, pero tarde o temprano se presentan: basta con esperar a que se verifique una de esas afortunadas coincidencias en que el mundo quiere mirar y ser mirado en el mismo instante y que coincida que el señor Palomar pase por allí. O sea, el señor Palomar ni siquiera tiene que esperar, porque estas cosas suceden cuando menos se esperan.
Ítalo Calvino, «El mundo mira al mundo» (Palomar)
Gracias por la visita y por tu comentario, Lusi. Bienvenida!
preciosas tus ilus! saludos!
Cristina>> bonitas palabras, disimulas muy bien! ;-D
Es una buena frase para apuntarse en las puntas de los zapatos… Así no nos olvidaríamos de permanecer atentos a todas esas cosas que nacen y significan ellas mismas por debajo de nuestros pies…
R>> Ay, sí! Qué crack, el Alberich! Gracias a él descubrí a Calvino, y comprendo su devoción por él… ahora yo también estoy enganchada! :-D
Cada vez que leo el nombre de Italo Calvino, recuerdo a Jordi Alberich. Su devoción por este hombre era enfermiza…
:-D
R.
“Está convencida de significar ella misma y nada más” deberíamos ir apuntando ese fragmento por las piedras y baldosas para que se cruce con nuestras miradas siempre que vayamos cabizbajas (esa palabra existe? Se escribirá así?) Mirando al suelo descubres las cosas que nacen, maravilloso encuentro el tuyo con esta florecilla. (¿has visto lo bien que disimulo mi porte obsceno y vulgar?, jajajajajajajaj, gracias por tu comentario,) Un beso.